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La Iglesia que peregrina en Zaragoza se reunió la noche del 3 de junio, víspera de Pentecostés, bajo las bóvedas de un inmenso cenáculo, como es la Iglesia de Santiago el Mayor, para recordar a aquellos “discípulos” que acompañaron al Señor durante su vida, que le vieron obrar milagros y prodigios y que fueron privilegiados de excepción en escuchar su Palabra y recibir el Espíritu.

DELEGACIÓN PASTORAL JUVENIL- Bajo la coordinación de las Delegaciones Episcopales de Apostolado Seglar, Familia y Vida y Pastoral Juvenil, la pasado noche del 3 de junio, en la víspera de la solemnidad de Pentecostés, se celebró vigilia diocesana de oración. Este espacio de oración al que acudieron más de medio millar de fieles estuvo presidido por el Arzobispo, don Vicente. El Coro de la PJ Zaragoza fue el encargado de animar los cantos de la vigilia en la que también participaron con su testimonio algunos miembros de la Familia Vicenciana, que en este 2017 cumple 400 años de existencia, y miembros de la Renovación Carismática, al cumplirse los 50 años de su fundación.

Sin duda, un momento para revivir aquel acontecimiento de Pentecostés cuando los apóstoles recibieron la fuerza del Espíritu Santo que les convirtió en testigos valientes del Resucitado. Por medio de lecturas y reflexiones personales, se intentó actualizar en aquella noche el acontecimiento donde el Espíritu también se derrama por doquier en la Iglesia infundiéndonos el deseo de «anunciar la novedad del Evangelio con audacia, en voz alta y en todo tiempo y lugar, incluso a contracorriente», como nos dice el Papa Francisco.

Envío Diocesano

Así como con el Espíritu Santo comenzó el tiempo de la Iglesia, el final de la vigilia estuvo representado por la ardua tarea de evangelización que expresamos aquella noche anunciando las actividades que parroquias, movimientos, asociaciones y congregaciones en la diócesis de Zaragoza realizarán este verano, especialmente el encuentro de laicos de parroquias y la tercera asamblea general que la acción católica celebrará en Santiago de Compostela. Agradecidos por estas actividades como acciones del Espíritu, no como un regalo merecido, sino como una vivencia alegre de la misión significad, nuestro Arzobispo hizo entrega de un símbolo a todos los responsables de estas actividades que fueron citadas, más de treinta. Después, don Vicente pronunció la oración de envío y nos dio su bendición.

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