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Esta semana he vivido mi tercer campo de trabajo “Sueños de Libertad” una experiencia única e irrepetible, pues cada año, a pesar de seguir una rutina parecida, se llevan a cabo programas distintos y se conocen nuevas personas.

DELEGACIÓN DE PASTORAL JUVENIL / MARÍA GÓMEZ PÉREZ, Coordinadora Campo de Trabajo.- Este año el trabajo con los internos ha sido muy especial, hemos trabajado valores sociales, personales, evangélicos y sentimientos muy profundos a través de los cuatro elementos: aire, tierra, fuego y agua.

Como dice Luis Guitarra en una de sus canciones… ¿Quién acoge a quien en esta casa? Pues entramos al centro penitenciario con intención de ser luz en la oscuridad y nos damos cuenta de que nos reciben cual antorcha que ilumina el camino. Pretendemos ser aire fresco y nos devuelven una caricia de aire cálido que nos llega al corazón. Pretendemos sembrar en tierra fértil y ellos nos convierten en fruto. Nos reconocemos como vasija agrietada capaz de regar las flores del camino y nos convertimos en flores regadas que manan de las grietas de sus vasijas.

¿Quién acoge a quien en esa casa? Solo Dios se convierte en morada para todos y cada uno de nosotros dándonos el don de acoger y ser acogidos. En el albergue la oración, los quehaceres diarios junto con el cansancio nos han convertido en una pequeña familia que se descubre y reconoce en el otro. Hemos compartido largas conversaciones entre rutinas y falta de sueño. En oración y en el silencio. Hemos aprendido a escuchar lo que no se oye, lo escondido en lo profundo y también hemos sido capaces de darle voz.

En este campo de trabajo se han hecho presentes las diferentes ideas, formas de pensar y vivir… distintas formas de entender la fe, de entender a Padre Dios. Hemos compartido las experiencias individuales que nos han llevado o no a nuestra relación con Jesús. Hemos dialogado como Iglesia por y para los pobres, los privados de libertad.

Solo puedo decir…”Dichosos los que creen sin haber visto” Dichosos los que creen en la dignidad humana, los que sueñan con dar y recibir una nueva oportunidad, los que buscan sin descanso un mundo más justo, los que se comprometen con su tiempo, trabajo, esfuerzo e intelecto en estas tareas. Dichos@s los voluntari@s que sin haberle visto como yo, sin haberle sentido como yo, sin amarle como yo, son capaces de dar fruto a sus dones. De ser agua que riega para dar vida, aire fresco, tierra fértil y luz en la oscuridad. Solo Dios sabe y conoce, solo Él escribe en lo torcido, solo Él basta… y yo confío.

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