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“Comunión”, “corresponsabilidad”, “juntos”, “comunidad”, “Iglesia”, “fraternidad”, “Amor”. Estas son palabras que todas las comunidades, grupos o realidades eclesiales firmarían  como objetivos principales de todo trabajo pastoral.

Siempre han sido las líneas que han marcado el trabajo de la Acción Católica General y que, en este año, las hemos querido significar de una forma especial, creando un marco donde laicos y laicas, de cualquier parroquia, puedan reflexionar, convivir, rezar y cargarse de ilusión, en torno a los objetivos y los retos que la sociedad nos propone en nuestros días… y todo eso haciéndolo… ¡juntos! 

Ese marco no es otro que el Encuentro de Laicos de Parroquia en Santiago de Compostela, que la Acción Católica General celebró este verano, con motivo de su III Asamblea General.

¿Cómo se puede construir Iglesia, como se puede formar parroquia si no lo hacemos juntos?

La Acción Católica no es otra cosa que Parroquia y Diócesis.

La fe vivida en lo ordinario, en lo habitual de nuestras realidades temporales, siempre con la mirada puesta en la transformación del mundo.

Hace unos meses leía una entrevista que el Papa Francisco había concedido a un conocido periódico. En ella decía que: “el Evangelio es concreto o no es Evangelio”

Esto es lo que la Acción Católica quiere transmitir al laicado, la vivencia con hechos y respuestas concretas del encuentro con Dios en lo ordinario de nuestra vida, en el ámbito más normal, más próximo y más eficaz que tenemos, en la casa común de todos; en la parroquia.

Para eso se creó la Acción Católica, y para eso nuestros obispos refrendaron nuestro proyecto pastoral que está siendo solicitado, animado, y apoyado en infinidad de diócesis.

En esta clave y para visibilizar todo este deseo y demostrar al laicado habitual de las parroquias que la Acción Católica sigue siendo un instrumento de transformación del mundo desde el encuentro con Dios en lo habitual de nuestra comunidad parroquial, celebramos en Santiago de Compostela este “encuentro de laicos de parroquia” totalmente abierto.

Todos nos sentimos llamados a trabajar en nuestra parroquia, a pertenecer a un grupo que nos de fuerzas y a transformar el mundo desde el “ser cristiano”, por ello era un buen momento para significar este hecho y para reforzar nuestro compromiso.

Ante la celebración de este Encuentro tan ilusionante en Santiago de Compostela, no podíamos obviar un recurso cargado de fuerza que esta ciudad atesora: el Camino de Santiago.

Por ello aparte de la Asamblea tuvimos la suerte de vivir en los días previos, y a modo de preparación, un Camino de Santiago del 27 de julio al 2 de agosto, en clave juvenil.

Más de 1300 personas (900 jóvenes, 300 adultos y 100 niños) pudimos disfrutar de una experiencia inolvidable.

Cuando comenzamos el Camino de Santiago en la localidad de Tui el día 27 de julio, nos surgía la duda de poder cambiar en una misma experiencia personas que venían de 52 diócesis distintas.

Peregrinos venidos desde Murcia a Bilbao, desde Huelva hasta Barcelona, pasando por Madrid, Zaragoza, La Rioja y un larguísimo etcétera.

A esto se le unía la complejidad de tener peregrinos con diferentes edades, sensibilidades, ritmos pastorales, etc.

Pero lo que, aparentemente, era una posible dificultad se convirtió en un derroche de gracia.

Cada realidad aportó sus dones, los combinó con los del resto de diócesis, para que todos juntos, unidos, hiciéramos una “melodía perfecta”.

Música, bailes, oraciones, las experiencias vividas en el camino y la fraternidad de sentirnos Iglesia universal, hicieron de esta peregrinación algo único.

Cuando la Iglesia camina unida el testimonio que ofrece es mucho más férreo, más eficaz y más acertado, y esta experiencia ha sido una demostración de este hecho.

El día 2 cuando entrabamos juntos a Santiago, ataviados con camisetas amarillas conmemorativas, como una misma Iglesia, demostramos que se puede cambiar el mundo desde la fe, desde Jesucristo y desde la verdad…y que cuando lo hacemos juntos, el resultado es mucho mejor.

Desde aquí debo agradecer a la Delegación de Juventud de la Archidiócesis de Zaragoza,  y a su delegado Jotabé Gallego, la confianza puesta en esta iniciativa. Creyeron en este proyecto abierto, “para todos” y de absoluta comunión y apostaron por esta peregrinación.

En mi nombre y en el del resto de la Acción Católica General, gracias por ello.

Después de haber vivido una experiencia fraterna, de inmensa alegría y que ha cambiado nuestros corazones y la manera de “ser Iglesia”, solo queda decir que ahora es el momento de los laicos, es el momento de la Parroquia más que nunca y, sin duda, es el momento de los jóvenes.

Es nuestro momento… es tú momento… ¡y es ahora! Si no lo aprovechamos para transmitir la verdad otros lo harán. Ánimo… ¡Merece la Pena! Yo no me lo pienso… ¿Lo harás tú?

Un abrazo

Fran Ramírez. Responsable de Jóvenes en la Comisión Permanente ACG.

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