Ana, Esther y Joseba, jóvenes de la Parroquia de Tauste, comparten su experiencia de este verano en Fátima y el Camino de Santiago

Ana, Esther y Joseba, jóvenes de la Parroquia de Tauste, comparten su experiencia de este verano en Fátima y el Camino de Santiago

Como motivo de la III Asamblea General, Acción Católica General a través de la Pastoral Juvenil de Zaragoza, decidió proponernos una peregrinación al Camino de Santiago junto a otras diócesis de toda España. Teníamos en mente que esta marcha iba a ser totalmente diferente a la del año pasado cuando viajamos a Polonia al encuentro del Papa. Pero al llegar nos hemos dado cuenta que son otras y diferentes las vivencias que hemos podido experimentar.

Antes de partir hacia el camino, las delegaciones de pastoral juvenil de Zaragoza y La Rioja propusieron un itinerario de viaje algo más completo. El 24 de julio partimos hacia Fátima conjuntamente, a “cargar pilas espiritualmente” delante de María, la Virgen de Fátima. Tras visitar las casas de los santos Francisco, Jacinta y Lucía, y haber realizado el Vía Crucis por donde discurrían los pastorcitos, celebramos la solemnidad de Santiago Apóstol, patrón de España, en una Misa para los españoles, presidida por don Carlos Escribano, obispo de La Rioja, en la Capelina de las Apariciones. Por la noche asistimos al Rosario de las Velas, donde jóvenes, seminaristas y sacerdotes pudieron procesionar delante de la imagen de la Virgen, portando una vela en la mano, al son del órgano y saludando a nuestra madre con el canto de «Ave, Ave, Ave María, Ave, Ave, Ave María». En este momento pudimos sentir ese amor de madre que se entregaba a cada uno de nosotros gratuitamente, y todo por ser sus hijos predilectos. Esta era la última noche en la que íbamos a dormir en hotel, los pabellones nos esperaban… El día 26 fuimos a Coimbra, a visitar el monasterio del Carmelo de Santa Teresa donde Sor Lucía, una de las videntes de Fátima, vivió hasta el último de sus días “atenta a los designios de Dios y de su Madre”. Al mediodía llegamos a Oporto, donde tuvimos tiempo libre para visitar la ciudad. Y tras unas horitas de autobús llegamos a Tui, frontera gallega con Portugal.

La estancia en Tui fue tiempo para prepararnos y descansar, llegaban los duros días de caminatas, en los que teníamos que despertarnos bien pronto. Allí celebramos la Santa Misa en la plaza de la Catedral, con privilegiadas vistas a la rivera del Miño. La verdad que fue muy emocionante.

Los días de la peregrinación nos levantábamos a las 6 de la mañana, desayunábamos, hacíamos la oración matutina y partíamos hacia la meta de la etapa. Comenzábamos esta aventura de fe, porque toda peregrinación cuando la hacemos “caminando junto a Cristo” se convierte en una oportunidad de dejarnos sorprender por ÉL; y eso era lo que buscábamos.

Sería muy complicado y extenso hablar de toda la peregrinación, pero nos gustaría haceros un pequeño resumen. La primera etapa, Tui- Vigo, una de las más cortas y supuestamente fáciles, fue de las más duras, pensábamos que estábamos preparados, pero no fue así. Llegamos rendidos y además hacía bastante calor. La siguiente fue Vigo-Redondella, donde antes de partir celebramos la memoria de Santa Marta y quisimos exclamar al igual que ella “Sí, Señor, yo creo que tú eres el Cristo”. Al día siguiente salimos hacia Pontevedra, donde visitamos la ciudad y asistimos a un concierto de Rubén de Lis y Manu Escudero, además de compartir la celebración en varias Parroquias de la ciudad y conocer el trabajo pastoral que en cada una de ellas se está realizando.

En Caldas de Reis decidimos bañarnos en las aguas congeladas del río Umia; seguidamente en el mismo parque donde estábamos concentrados celebramos la Santa Misa en honor a San Ignacio de Loyola.  Para finalizar hicimos un rato de oración con exposición del Santísimo y procesión eucarística por el parque. Fue uno de los momentos más emotivos de toda la peregrinación, viendo y sintiendo cómo el Señor, presente y real en la eucaristía, se iba entregando a cada uno de nosotros. Al día siguiente partimos a Padrón, lugar al que llegó la barca con el cuerpo del apóstol Santiago, famoso también por sus pimientos. Aquí, a través del sacramento de la reconciliación, pudimos experimentar el perdón y la misericordia del Padre que nos invita a no tener miedo, ya que Él va a cuidarnos y nos va a alzar cuando caigamos. Siempre podemos empezar de cero, Él lo hace todo nuevo. La conversión que quisimos celebrar era un volver a la casa del Padre, para que nos llenase de alegría y de ganas de vivir ya que Él nos ama y nos perdona. Era intensamente emocionante cómo más de medio centenar de sacerdotes confesaban incesantemente en las orillas del río Ulla, produciéndose en aquel momento verdaderas conversiones que posteriormente pudimos experimentar y compartir.

Al día siguiente partimos para Santiago, fue una etapa dividida en dos partes. Primero llegamos a Milladoiro donde celebramos la Santa Misa presidida por el cardenal Carlos Osoro; posteriormente salimos los 1300 peregrinos conjuntamente dirección Compostela y entrar festivamente a la plaza del Obradoiro al grito de “esta es la juventud del Papa” o “lo dice el Papa, lo dicen los Obispos, la juventud es lo mejor que tiene Cristo”. Fue impresionante ver cómo todos los jóvenes entrábamos ansiosos, con ganas de culminar nuestro camino ya que todo el sacrificio iba a tener su recompensa. Allí nos esperaban un conjunto de Obispos, entre ellos el arzobispo de Santiago de Compostela, Mons. Julián Barrio, animándonos a seguir caminando, puesto que el camino no había acabado, ni acaba nunca, siempre debemos estar atentos y dispuestos a sembrar de nuevo. También estaban los responsables de la Acción Católica General, convocantes de esta experiencia que ya estaba tocando su fin para nosotros.

“Salir, caminar y sembrar siempre de nuevo”, es el lema de la ACG que nos ha acompañado durante toda esta peregrinación, y… ¿por que? Pues verás, este camino ha sido una oportunidad para mirarnos a nosotros mismos, también a través de las personas que nos rodean, mirar en lo más profundo del corazón y encontrar la verdadera alegría, modificando todo aquello que no nos permite ser verdaderamente felices, en definitiva, encontrar a Jesús. Hemos podido apreciar el gran regalo de la creación, poder compartir nuestros cansancios y al igual que los discípulos de Emaús, experimentar el ministerio de la redención mientras caminábamos.  Este camino ha sido un camino de santidad, motivados por algo muy especial; el encuentro con Cristo, siendo Él quien quiere realizar en nosotros la “obra buena” que nos hace discípulos y nos lanza a comunicarlo a los demás. Fue un «gran don» poder experimentar todas estas virtudes, gracias a la fuerza del Espíritu Santo que nos impulsaba y nos impulsa a seguir adelante. Y así, habiendo conocido el Amor de Jesús ¿cómo íbamos a quedarnos con los brazos cruzados?

Compartir, transmitir, y anunciar queremos que se conviertan en las acciones más grandes de nuestras vidas. Y por eso a través de este escrito te invitamos, también a ti, ¡sí a ti! a que cambies y arriesgues: Dios te está esperando con los brazos abiertos, pues quiere que salgamos, que no nos cansemos de caminar juntos y que sintamos esa necesidad de sembrar juntos su Palabra. Nada, decirte que ¡ánimo! Y que tengas siempre presente a María Santísima, que Ella sea el camino que te conduzca a su Hijo, sí, a Jesús, a la fuente de amor viva, que no se cansa de escucharte y abrazarte.

Un abrazote,

Joseba, Esther y Ana.

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